Thomas Bertram Lance, hombre de negocios estadounidense y que fué director de la Oficina de Administración y Presupuesto bajo el mandato del presidente de los EEUU Jimmy Carter hizo famosa la frase que encabeza este mensaje en el foro. Posteriormente la frase se extendió y William Safire, periodista y redactor de discursos de Richard Nixon, acuñó la frase como fuente de inspiración de los "anti-activistas". En este caso, yo la voy a utilizar como fuente de inspiración para ilustrar la conveniencia de basar la práctica educativa en actuaciones de éxito.
Para empezar somos docentes, no investigadores. Se nos ha formado en pedagogía (CAP, ejem, ejem...) para impartir de la mejor manera posible nuestra materia. No debemos por qué tener perfil investigador. Y pese a que posiblemente uno de los contenidos que se enseñen en la carrera sea el concepto de "investigación-acción" propuesto en 1946 por Kurt Lewin; no considero que estemos capacitados para llevar a cabar determinados cambios significativos como llaneros solitarios que nos creamos abanderados del provenir de la humanidad.
Así que para algo existen los macropresupuestos europeos, la evaluciones internacionales, toda la industria de investigación educativa mundial, y nuestra principal obligación como docentes debe ser conocer toda la literatura existente al respecto. Todo esto existe para indicarnos qué está roto, y qué no. Debemos conocer las prácticas educativas de éxito y intentar implementarlas, al mismo tiempo que conocer la mala praxis y evitarla en la medida de lo posible. Me ha hecho gracia que en el resumen del proyecto INCLUD-ED, se redactara cada una de sus previsiones en términos de identificar las características tanto de las buenas praxis como de las malas praxis; pero un estudio así es necesario (por los tiempos que corren).
Es evidente, una bolsa de mercadona nos puede venir muy bien para resguardarnos de la lluvia, pero teniendo a mano un paragüas es de sentido común preferirlo a la bolsa de mercadona. Más si vemos como a otras personas con ellos y está comprobado que se mojan menos.
Y por último está el componente ético de la decisión de la bolsa de mercadona (muy cómoda de llevar plegada en cualquier bolsillo o dentro del bolso) o el paragüas que hay que cogerlo con previsión, llevarlo de la mano todo el tiempo por la calle, y evitar que se nos olvide (vamos, un engorro!). Y el componente ético se ve reflejado en que en lugar de mojarnos más o menos, lo que nos jugamos es el futuro de los ciudadanos del mañana.
Un saludo
José Luis Miralles